La espera

Publicado por Unknown , jueves, 17 de mayo de 2012 12:30


Todas las noches me sentaba en el sofá junto a la chimenea y lo esperaba, pero nunca venía. Hacía más de un año que se fue, que partió a otro país a buscar trabajo. Cada mes me enviaba una carta junto con el dinero para que pudiera mantenernos a mí y a nuestros hijos, Rachel y David. Ellos dos me preguntaban continuamente por su padre, y yo les decía que vendría pronto, que no tardaría en regresar.

Estaba preocupada, llevaba un mes sin recibir noticias de él, pero lo único que pensaba era que no había tenido tiempo, que había estado demasiado ajetreado en el trabajo. Se volvió a hacer de noche, y luego de acostar a los niños y de leerles un cuento, me dirigí a sentarme en el sofá y a releer esas cartas que me había enviado. No podía contener las lágrimas, las cartas eran preciosas, pero no lloraba por eso, lloraba porque algo en mi interior me decía que le había pasado algo.





Al día siguiente, al salir de casa para llevar a los niños al colegio, recogí el periódico y leí el siguiente titular: “Muere un hombre joven”, al mirar la foto pude ver que era la de él, y una lágrima brotó de mis ojos. David, que siempre era muy atento, me preguntó que qué me pasaba, pero le dije que nada, así que guardé el periódico, me sequé esa lagrimilla y continué el camino hacia el colegio.

El camino de vuelta fue duro, no dejaba de darle vueltas a la manera en la que se lo iba a decir a mis niños, iba a ser duro, pero una cosa así no podía guardármela, tenían derecho a saber la verdad.

Pasaron las horas y los niños entraron por la puerta diciendo un “hola” eufórico, pero yo no les contesté, así que se acercaron a mí y yo les incité, con un gesto, a sentarse al lado mía.

-¿Qué pasa mamá?-preguntó Rachel.

-Pues…que…

-Venga, queremos saberlo-dijo David entusiasmado.

-Vuestro padre ha…muerto-dije echándome a llorar.

Los niños no se lo creían, no paraban de llorar y de abrazarme.

-Tenéis que ser fuertes-dije secándome las lágrimas-vuestro padre ha muerto como un héroe, ha salvado a un bebé de las vías del tren.

-¿Un súper héroe como Superman?-preguntó David.

-Exacto, eso es.

Después de cenar, llevé a los niños a la habitación y les dije que no lloraran, que tenían que recordar a su padre como lo que era, un hombre valiente, un héroe. Como de costumbre, me dirigí a mi sitio, al sofá, y cogí una foto suya. Para estar más cómoda, me tendí, y de repente empecé a llorar mientras apretaba la foto contra mi pecho, hasta que conseguí quedarme profundamente dormida aun, derramando lágrimas por mis ojos. Había una frase que se me vino a la mente justo antes de quedarme dormida:

“Mi corazón siempre estará con el tuyo,
y no habrá barreras que puedan separar este amor. Te amo”


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